El soporte plantar, o plantilla, en podología es un método de tratamiento muy eficaz en muchas de las patologías del pie.
Conocemos como soporte plantar, el elemento ortésico que colocado dentro del zapato nos permite el mantenimiento de la estabilidad de las articulaciones del pie. Corrigiendo o reduciendo las molestias producidas por las distintas patología que pueden afectar a este.
Desde la antigüedad se ha utilizado distintos materiales y teorías para la confección de soportes plantares, que con el tiempo se ha ido modificando tanto por la evolución de la podología como por la búsqueda de una mejor acomodación al calzado y al pie del paciente.
La mayoría de las patologías del pie pueden tratarse con una soporte plantar. Puede ser realizado a medida o adaptado al pie a partir de piezas estándar combinadas en la plantilla. Sea cual sea el tipo de plantilla que realicemos los pasos a seguir son básicamente seis:
- Realización de una buena exploración del paciente, no solo del pie si no de todo el cuerpo en conjunto para obtener un diagnóstico global. Ya que la mayoría de las patologías del pie suelen estar relacionadas con otras articulaciones que debemos controlar durante el tratamiento para obtener los mejores resultados posibles.
- Una vez obtenido el diagnóstico realizamos los moldes de los pies. Estos moldes son la base de la realización de la plantilla. El tipo de molde y la técnica de obtención dependerá de la patología y del tipo de material que vayamos a utilizar para realizar la plantilla.
- Con el molde ya seco obtendremos el patrón de la plantilla, y con él cortaremos los materiales necesarios para nuestra plantilla.
- Una vez adaptados los materiales al molde, normalmente aplicando calor. Iniciamos el proceso de acabado del soporte plantar.
- Este proceso consiste en el forrado y el pulido de la plantilla.
- En este momento es cuando acabamos de acomodar la plantilla al pie, al zapato y a la patología existente. Antes de probarla en el paciente la plantilla debe ser completamente estable y no presentar ningún tipo de punta o pico que pueda lesionar la piel.
Si el paciente no presenta ninguna molestia le recomendamos una adaptación progresiva, y le recordamos que es normal que aparezcan agujetas o alguna molestia durante la primera semana.
Pasado un mes de la entrega de los soportes plantares realizamos la primera revisión. En ella valoramos la mejora de las molestias derivadas de la patología, también, el desgaste de la plantilla por el uso, y si fuera necesario realizamos algún ajuste.
Existe un gran abanico de patologías que se pueden tratar con un soporte plantar. Parece una medida muy simple, pero en cambio, es una técnica que para obtener buenos resultado depende tanto de los conocimientos anatómicos y biomecánicos del podólogo como del cumplimiento por parte del paciente de las recomendaciones que le indiquemos.
El uso de un buen calzado, tanto para diario como en la realización de deporte, y la utilización constante de los soportes plantares, serán básicos para el éxito de nuestro tratamiento.